Fin de curso

Este ha sido un año movidito, en cuanto a las actividades culturales e interinstitucionales que nos hemos propuesto. Fue(es) el año del Bicentenario y se han producido infinidad de materiales para la enseñanza de la Historia. Se removieron avisperos y tuvimos oportunidad de ver discutir si había que festejar el bicentenario?, si la vuelta de Obligado fue una incorporación al calendario oportunista o no?Si la Ley de medios nos permitirá saber más y mejor?
También perdimos a un estadista reconocido mundialmente, guste o no.
Seguimos incluidos en una democracia bombardeada por la hegemonía y resistida, no siempre con los mejores argumentos.
Mientras escribo esto, un grupo debe pensar: nosotros nos recibimos este año. Y es cierto. Las biografías se funden con la Historia y ése es el secreto de la imaginación sociológica. También en criollo, el sentido de la vida
Expreso estos pensamientos deshilachados, por lo vertiginoso del tiempo y por la poca posibilidad de sentarnos a pensar de conjunto actividades que nos liguen más en 2011.
Dejemos pasar los finales y no esperemos al año que viene, planifiquemos qué queremos, porque así conduciremos nuestros deseos y no al revés.
Mirta Parravicino.Prof. Práctica

sábado, 4 de septiembre de 2010

La experiencia de un escritor en un aula del conurban


Son boleta
Por Guillermo Saccomanno

No creo que muchos escritores se le animen a una clase de escuela media del
conurbano. Pero que los hay, los hay. Es que no es sencillo encarar las
aulas de la marginalidad, esos pibes que vienen de pobreza, violencia,
droga, alcohol. A algunos les cuesta expresarse con algo más que un
ininteligible fraseo primal. Estos son los pibes a quienes los docentes
deben transmitirle el amor a la lectura. Pero, ¿cómo transmitir ese amor
cuando no se lo siente? Más de una vez en los colegios planteo que los
docentes no leen. "Los adolescentes, querrá decir", me quiso enmendar una
maestra. "No, le dije. Entendió bien: dije los docentes." La mujer, como
varias de sus colegas, me miró con odio. "A ver, cuéntenme qué leyeron
anoche", les pregunto. Silencio.

Por supuesto, hay causas, razones, determinaciones sociales que hacen que
las maestras y maestros puedan preferir a la noche Tinelli, baile de caño,
pizza y birra; y, excepcionalmente, los progres, el discurso facilongo de 6,
7, 8. No los culpo. Estoy convencido de que los docentes deben ganar más que
un diputado, pero también de que ellos eligieron la trinchera en la que se
encuentran. Y es una trinchera donde bajar la guardia es riesgoso. Las
víctimas están ahí, en sus pupitres, frente al pizarrón, expectantes. Y por
la expresión tienen todo el aspecto de estar en otra, en otra realidad que
no es la del aula. Una más cruda.
El año pasado, junto con un grupo numeroso de escritores, participé en la
movida del plan de lectura del Ministerio de Educación, iniciativa
formidable: se imprimía un relato de cada escritor y luego se lo distribuía,
en formato fascículo, en las aulas de los colegios. Más tarde, una vez que
los alumnos habían leído el relato en la clase de literatura, el escritor
iba al aula y conversaba el texto y sus aspectos con sus lectores. La
actividad, en los colegios de clase media, se cumplía. Pero en más de una
oportunidad, en colegios más golpeados -que son los más-, el resultado no
era el esperado. La frustración no dependió del ministerio, ni de los
autores. Fue responsabilidad de los mismos docentes.
Me acuerdo de un colegio del conurbano. Al llegar al cole, nadie sabía dónde
estaba el paquete con los fascículos. Nadie los había visto. Hasta que una
funcionaria del colegio pareció reaccionar de un ataque de amnesia y recordó
dónde estaban guardados. Los fascículos del Plan de Lectura habían sido
archivados en un depósito. Ni se los habían pasado a la profesora de Lengua.
Tampoco la profesora de Literatura se había interesado por la cuestión.
Además, ese día la profesora de Literatura no había llegado aún. Por lo
tanto, la actividad la iba a coordinar otra profesora, la de Inglés. No era
un día tranquilo en el colegio. Habían faltado celadores. Y profesores. Las
pibas y los pibes, casi el colegio entero, hacían quilombo en el patio.
Tarde, pero al fin, apareció la profesora de Lengua. Y fuimos al aula. Como
habían faltado profesores, la directora tuvo la idea de juntar dos
divisiones. Preferible meterlos en esta actividad, aunque no tuviera nada
que ver, a que estuvieran alborotando en el patio. Me pregunté cómo manejar
la situación. Sesenta alumnos me superaban. Además no se trataba sólo de que
no hubieran cumplido con la actividad: leer un cuento. La profesora tampoco
tenía demasiada idea de qué se trataba el plan. Se me ocurrió que si no
habían leído antes el relato, bien podríamos leerlo entre todos en clase.
Pero esas pibas y pibes apenas sabían deletrear una palabra. Con paciencia,
les propuse que cada uno leyera una frase y le pasara luego el fascículo a
un compañero, una compañera. De ese modo, pensé, el relato se hilvanaba, se
construía una lectura colectiva. Y terminaríamos de leer el cuento. Quien
leía una frase, con dificultad, balbuceando, pasaba el fascículo con alivio.
Se tardaba en completar el sentido del relato, pero era algo.
Desde el fondo, unos pibes bardeaban. Dados vuelta, bardeaban. El bardo iba
en aumento. Pronto fue imposible la lectura. Le pedí a la profesora que
dejara retirar del aula a los chabones (sí, les dije chabones) si no les
interesaba la actividad. La profesora titubeó. Por fin, desconcertada,
asintió. Los pibes se pararon. Ahí volví a hablarles: "Sé que tienen motivos
para embolarse. Como sé que alguno de ustedes chuparon o se falopearon antes
de venir al colegio. Sé también que algunos de ustedes hoy vieron al viejo
fajar a la vieja. Y también que tal vez los que cobraron fueron ustedes. Sé
que no la tienen fácil. Sin laburo, sin un mango. Encima, el colegio. De
verdad, es mucho pedirles a ustedes, dados vuelta, que se queden tranquis en
el aula. No me careteen. Pueden salir". Los pibes empezaron a caminar hacia
la puerta del aula. "Pero antes -les dije-, sepan que si cruzan esa puerta
son boleta."
Los pibes se frenaron. Atónitos, me miraban. Ahora no volaba una mosca.
"Porque si estoy acá es por ustedes. Si no saben leer, ustedes no saben sus
derechos. Y si no saben sus derechos, cuando la Bonaerense los agarre con un
fasito, los pueden fusilar. Vayan nomás. Los ratis los esperan."
Callados, de pronto tímidos, de pronto chicos, volvieron a sus asientos.
Continué la clase como pude. Cero heroísmo. Taquicardia sentí. Me había
sacado, me reproché. Traté de disimular que me temblaba el pulso. Mi sonrisa
ante el aula era de plástico. No me gustaba esta situación. Pero la remé.
¿Acaso tenía otra alternativa? Sé que esta historia no me deja bien parado.
Y que se me acusará de autoritario, patotero y políticamente incorrecto.
Pero fue lo que pude hacer. Y no me avergüenza contarlo.
Hace tiempo que la realidad educativa se fue al carajo. Y que no son pocos
los esfuerzos ministeriales como tampoco los docentes que, en esta realidad,
se debaten peleando por mejorar el nivel de la educación. Pero no alcanza.
Como tampoco alcanza que los escritores pongan el cuerpo en las aulas, lo
que, a esta altura, me parece, es más que un deber una misión. Los debates
en el Malba o en las librerías de Palermo pueden esperar. Los pibes y pibas
de los colegios estatales, no. Y, que conste, estas reflexiones no deben
inquietar sólo a los docentes. También a los escritores. Porque mañana
terminarán escribiendo para clientes y no para lectores. Si es que ya no lo
están -perdón, estamos- haciendo.

2 comentarios:

  1. La página es excelente, tanto desde el contenido hasta lo estético. Se del esfuerzo que significa, por lo que como docente blogspotero te agradezco.
    Juan de Ezeiza

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  2. Me pareciò una NOTA EXCELENTE, pensemos que actividades podemos plantearnos nosotros, los docentes del profesorado, los estudiantes que quieren llegar a docentes, todos nosotros... no conozco al autor pero agradezco empezar a conocerlo por esta nota. 100% de acuerdo.

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¿Existe Haití?

Por:
Frei Betto

Interesados en exhibir en Europa una colección de animales exóticos, a comienzos del siglo 19, dos franceses, los hermanos Eduardo y Julio Verreaux, viajaron a África del Sur. Aún no se había inventado la fotografía, y la única manera de saciar la curiosidad del público era, además del dibujo y la pintura, la taxidermia, disecar animales muertos, o llevarlos vivos a los zoológicos.

En el museo de la familia Verreaux los visitantes veían jirafas, elefantes, macacos y rinocerontes. Pero en ella no podía faltar un negro. Ambos hermanos aplicaron la taxidermia al cadáver de uno y lo expusieron, de pie, en un escaparate de París; tenía una lanza en una de sus manos y un escudo en la otra.

Al fracasar el museo los Verreaux vendieron la colección. Francesc Darder, veterinario catalán, primer director del zoológico de Barcelona, compró parte de la colección, incluido el africano. En 1916 abrió su propio museo en Banyoles, España.

En 1991 el médico haitiano Alphonse Arcelin visitó el Museo Darder. El negro reconoció al negro. Por primera vez aquel muerto mereció compasión. Indignado, Arcelin lo publicó a los cuatro vientos, en vísperas de los Juegos Olímpicos de Barcelona. E intentó que los países africanos sabotearan los Juegos. Incluso intervino el mismo Comité Olímpico a fin de que el cadáver fuera retirado del museo.

Terminadas las Olimpiadas, la población de Banyoles volvió sobre el tema. Muchos insistían en que la ciudad no debería desprenderse de una tradicional pieza de su patrimonio cultural. Pero Arcelin movilizó a gobiernos de países africanos, a la Organización para la Unidad Africana, y hasta Kofi Annam, por entonces secretario general de la ONU. Viéndose en situación delicada, el gobierno de Aznar decidió devolver el muerto a su tierra de origen. El negro fue descatalogado como pieza de museo y finalmente reconocido en su condición humana. Mereció un digno entierro en Botswana.

En mis tiempos en la revista "Realidade", por los años 1960, escandalizó al Brasil un reportaje que en portada decía: "Existe el Piauí". Fue una forma de llamar la atención de los brasileños hacia el estado más pobre del Brasil, ignorado por el poder y la opinión públicos.

El terremoto que arruinó Haití nos induce a preguntar: ¿Existe Haití? Hoy sí. Pero ¿y antes de ser asolado por el terremoto? ¿A quién le importaba la miseria de ese país? ¿Quién se preguntaba por qué el Brasil había enviado allá tropas a pedido de la ONU? Y ahora ¿será que la catástrofe -la más terrible que he presenciado a lo largo de mi vida- es mera culpa de los desajustes de la naturaleza? ¿o de Dios, que se mantiene silencioso ante el drama de miles de muertos, heridos y desamparados?

Colonizado por españoles y franceses, Haití conquistó su independencia en 1804, lo que le costó un duro castigo: los esclavistas europeos y estadounidenses lo mantuvieron sometido a un bloqueo comercial durante 60 años.

En la segunda mitad del siglo 19 e inicios del 20 Haití tuvo 20 gobernantes, 16 de los cuales fueron depuestos o asesinados. De 1915 a 1934 los Estados Unidos ocuparon Haití. En 1957 el médico François Duvalier, conocido como Papá Doc, se eligió presidente, instaló una cruel dictadura apoyada por los tonton macoutes (una guardia personal) y por los Estados Unidos. A partir de 1964 se convirtió en presidente vitalicio… Al morir en 1971 le sucedió su hijo Jean-Claude Duvalier, o Baby Doc, que gobernó hasta 1986, cuando se refugió en Francia.

Haití fue invadido por Francia en 1869, por España en 1871, por Inglaterra en 1877, por los Estados Unidos en 1914 y en 1915, permaneciendo hasta 1934, por los Estados Unidos de nuevo en 1969.

Las primeras elecciones democráticas tuvieron lugar en 1990; fue elegido el sacerdote Jean-Bertrand Aristide, cuyo gobierno fue decepcionante. Depuesto en 1991 por los militares, se refugió en los Estados Unidos. Regresó al poder en 1994, y en el 2004, acusado de corrupción y connivencia con Washington, se exilió en Sudáfrica. Aunque presidido hoy por René Preval, Haití está mantenido bajo tutela de la ONU y ahora, de hecho, ocupado por tropas usamericanas.

Para el Occidente ‘civilizado y cristiano’ Haití siempre ha sido un negro inerte en el escaparate, abandonado en su propia miseria. Por eso, los medios de comunicación de los blancos exhiben por primera vez los cuerpos destrozados por el terremoto. Nadie vio, ni por televisión ni en fotos, algo semejante en Nueva Orleans cuando fue destruida por el huracán o en el Iraq asolado por las bombas. Ni siquiera después del paso del tsunami en Indonesia.

Ahora Haití pesa sobre nuestra conciencia, hiere nuestra sensibilidad, nos arranca lágrimas de compasión, desafía nuestra impotencia. Porque sabemos que se arruinó, no sólo por causa del terremoto, sino sobre todo por la indiferencia de nuestra insolidaridad.

Otros países sufren movimientos sísmicos y no por eso son tantos los destrozos y las víctimas. A Haití hemos enviado ‘misiones de paz’, tropas de intervención, ayudas humanitarias; pero nunca proyectos de desarrollo sustentable.

Terminadas las ayudas de emergencia, ¿quién habrá de reconocer a Haití como nación soberana, independiente, con derecho a su autodeterminación? ¿Quién seguirá el ejemplo de la Dra. Zilda Arns, de enseñar al pueblo a ser sujeto multiplicador y emancipador de su propia historia?

Frei Betto

Publicado en Adital http://www.adital.com.br/ Traducción de J.L.Burguet


No paramos

Desde que volvimos de La Higuera no paramos de cerrar actividades relacionadas: choriceada con Jóvenes de Pie, entrega del diario grupal y de un video con las mejores fotos.
Hay un ejemplar de cada uno de ellos en la Dirección del Voglino.
Pero seguimos y el viernes 30 de octubre un grupo de Uds. participaron del Encuentro del Movimiento Nacional y popular en el ISFDYT 35
Miren las fotos en el blog.
El Voglino crece y se suma a otras casas de estudio, para armar una comunidad de estudiantes por su futuro.
Creo que todos los profes y directivos valoramos la apertura y la necesidad de crecer en experiencias...Bravo!!!
Quienes quieran los power que expuso Lidia Rodríguez, se los piden a Fabián Vélez o a Sabrina Stigliano.(referentes)
http://www.educacionmovimientopopular.blogspot.com/

Llegamos a La Higuera

Partimos a Bolivia con intención de hacer el camino del CHE.
¡Qué locura! Horas de micro, en un país que se encuentra en pleno desarrollo, hacia un pueblo sin agua , por caminos de cornisa, escuchando a cada paso algo del CHE que no sabíamos. Tampoco de nosotros mismos. De nuestra entereza, de la coherencia de nuestros actos y discursos, de cómo vemos la vida.
Tuvimos la oportunidad de conocer los conflictos que atraviesa una Nación después de años de un capitalismo feroz, con campesinado y originarios como grupo no minoritario.
Vimos el amor y odio que despierta Evo Morales, lo sentimos desde cerca y lejos. Y de su modo de hacer política con planificación y consulta.
Agradecemos a los Jóvenes de Pie por la oportunidad, porque de ellos aprendimos de la cohesión grupal y de la camaradería.
También volvimos maravillados de un sujeto nuevo: los jóvenes en plena constitución de su ciudadanía desde un perfil político partidario.
Lindo viaje que compartiremos con todos los que confiaron en que traeríamos una nueva visión de ese lugar cercano llamado Bolivia.

Atenti a cómo se me portan!!!!!!!

Ud sabe que con el código contravencional propuesto por el ejecutivo provincial,no podrá...





  • Jugar al carnaval (prohibido arrojar agua a otros)
  • Las recibidas de nuestros universitarios y las despedidas de solteros (prohibido sacar alguna ropa en vía pública)
  • Trabajar dignamente, como quien cuida coches o limpia vidrios en la esquinas
  • Dormir en una plaza o parque (quien lo hace, es porque NO TIENE DONDE VIVIR)
  • Salir a caminar o pararse en una esquina, porque uno puede convertirse en un “merodeador” (sobre todo si es un poco morocho) y está prohibido “el que merodeare o permaneciere sin causa justificada en las inmediaciones de un inmueble, de un vehículo o de un establecimiento de cualquier naturaleza”.
  • Ferreteros, cerrajeros, cuídense, cuando un cliente pida una llave, primero deben indagar para que, por qué, si es dueño de la casa, etc.
  • Chicas si quieren saber si su novio los quiere, no vayan a un tarotista o mentalista, ESTA PROHIBIDO.
  • Señores libreros, tampoco podrán vender libros de temas del apartado anterior
  • Señor Kiosquero, si su cliente adquiere una cerveza e ingresa en estado alcohólico, siendo él mayor de edad, la culpa es suya.
  • Señora docente, evite a cualquier precio que el chico no abandone la escuela, sino es así y no lo denuncia, será multada
  • Chicos no van a poder juntarse a ensayar con la bandita porque serán multados ruidos de cualquier especie, toques de campana, aparatos electrónicos, etc
  • Basta de fulbito o juego de la mancha porque será sancionado el que el que sin autorización practique juegos deportivos o diversiones en lugar público “afectando el esparcimiento o la tranquilidad”
  • El que se manifiesta por cualquier reclamo en vía pública también está en contravención, las marchas por la seguridad tampoco zafan

En realidad si quiere hacer algo de todo lo anterior (se omitió todo el documento por su extensión pero hay muchísimas contravenciones más) tendrá que pagar multa, sino, MARCHE PRESO

Todos por una sociedad más segura

Las situaciones de violencia que vivimos a diario son respuesta a la inacción de un gobierno provincial que proyecta sus políticas en función de ciclos electorales y temas mediáticos; y no en función de lo que como sociedad realmente necesitamos: tener garantizada una vida digna con seguridad para soñar, para jugar, para celebrar la vida. En función de eso debe estar el Estado.

La niñez y juventud de nuestro país necesita un mejor presente para poder proyectar un futuro, los adultos son los responsables de garantizar que esto sea así. Cada joven que delinque es víctima de un abandono. Hoy la única respuesta desde el gobierno provincial son medidas represivas, es decir medidas simplificadoras de una situación que es mucho más grave, la provincia está en peligro.

No necesitamos una sociedad de control sino una sociedad de inclusión, única garantía para brindar seguridad a todos sus ciudadanos.

Fuente: SUTEBA